Hace años recibo mensajes y llamadas de personas preguntando por clases online y respondo lo mismo: “no, solo presenciales”; recibí la última llamada de este tipo el viernes pasado, de una mujer de 50 años que vive en algún lugar de la Araucanía. Debo reconocer que esta negativa se basa por un lado en mi preferencia por las relaciones personales y pedagógicas presenciales y, por otro, en pruebas poco satisfactorias que hice hace mucho tiempo con conexiones y equipamiento de otra época: revisando los comentarios acerca del modelo de mi vieja webcam en Amazon, ¡¡¡¡veo que los más recientes tienen 20 años!!!!! Como se imaginarán, luego de desempolvarla esta semana no logré hacerla funcionar.
Hace seis días tuvimos un ensayo de Saxtiago, el ensamble de saxofones que tengo con mis estudiantes y con el que estamos preparando una gira de intercambio a tres ciudades en Alemania para septiembre de este año. En estos días el país pasó de Fase 2 a Fase 3 y luego a Fase 4 de la pandemia, para más tarde declararse Estado de Catástrofe, entrando rápidamente a una realidad de película de ficción que lamentablemente es demasiado real. Hoy no tenemos claro si la gira se podrá realizar (en Alemania están con todo cerrado hace días), o si las finanzas de todos los integrantes estarán para aquello después de los tiempos que se vienen. Por supuesto los ensayos están suspendidos hasta que la situación sanitaria permita volver a reunirnos.
Desde ese lejano viernes pasado al día de hoy han pasado 7 días que son como 7 generaciones: cada día llegaron menos estudiantes a mi taller (ayer ninguno), adquirí una muy buena cámara y otros chiches para hacer streaming de calidad, investigué e hice pruebas de conectividad, echando una mirada al estado de mi conexión y a los recursos pedagógicos, evalué ventajas y desventajas que se presentan dadas las pruebas y herramientas disponibles, revisé la iluminación de mi sala y la mejor ubicación para disponer de todo y ya estoy en condiciones de comenzar a ofrecer clases para tiempos de cuarentena para la semana que viene: online, en vivo a través de videoconferencia, dejando a raya al virus maldito que nos hace alejarnos.
Creo que es bueno ver las oportunidades de aprendizaje que nos puedan brindar los tiempos de crisis: durante los últimos años siempre que decía “no” cuando me llamaban de lugares lejanos donde no hay profesores de saxofón, quedaba con la impresión de que era necesario dar respuesta a una necesidad que no tiene mucha solución. Y si queremos un país más descentralizado, no es malo que quienes están lejos de Santiago también tengan opciones de crecer y aprender cosas nuevas. No será exactamente igual que en persona, pero claramente mucho mejor que nada. Y vaya uno a saber, quizás surgen cosas nuevas y bellas a partir de este momento triste.